Maestro de obra, contratarlo o estudiar otras opciones, de eso se trata este breve artículo.
Esta semana me contactó una señora por Whatsapp y me puso el siguiente texto: “Mucho gusto, mi nombre es Pepita Mendieta y necesito transformar mi casa en un salón de belleza de alta categoría, necesito cotizar todo, adecuación total, ¿qué debo hacer?”
Cuando ví el mensaje, al cabo de 15 minutos, la llamé. Nos dimos cita para el siguiente día al meridiano. Al llegar, me sentó en el comedor de la casa, que aún presentaba rastros del almuerzo, y me presentó a su socia en el proyecto y a su madre.
Me explicó que no quería andar detrás de los contratistas y los proveedores, y que no quería tampoco andar detrás de un maestro de obra exigiéndole cuentas y rendimiento. Esa era, básicamente, la razón por la que yo estaba sentado allí, dijo ella.
La señora tenía muy claro que un maestro de obra, en definitiva, no sabe ni puede diseñar espacios interiores. Cuando me dijo esto, supe que no iba a ser muy difícil explicarle la diferencia entre mi profesión de arquitecto y la de albañil, o maestro de obra. Por esta y otras razones que discutimos rápidamente, la invité a leer el artículo “Por qué contratar un arquitecto” y le expliqué las razones por las que debería contratarme. Para darle ejemplos concretos sobre errores graves que he tenido que solucionar en obra gracias a la “gran experiencia” de los maestros, la invité a leer “Profesionales de la construcción”, donde relato un caso dramático durante la remodelación de un apartamento al norte de Bogotá.
La señora quería entonces hablarme de su proyecto, de lo que quería proyectar en su salón de belleza de alta categoría y Spa para niños (concepto que no me quedó muy claro para ser honesto), y llegó la pregunta ineludible: ¿cuánto cuesta esta remodelación?
Le expliqué entonces que para poder realizar su obra de adecuación de casa a Salón de belleza de alta categoría, debíamos, primero, hacer el trámite ante Planeación para cambiar el uso del inmueble, pasarlo de vivienda a comercio.
Para hacer dicho trámite, se requiere hacer un expediente completo de diseño arquitectónico, estudio de suelos, cálculo y memoria estructurales, y de paso hacer un levantamiento para declarar y/o reconocer las áreas del segundo, tercer y cuarto piso de la casa actual.
No podemos ensillar los caballos antes de cogerlos, le dije. Y en este caso sí que es cierto. Arriesgarse a hacer una obra sin los debidos permisos legales puede ser catastrófico para la señora y manchar mi reputación de profesional en construcción.
La clienta entendió claramente la problemática, pero aún así, seguía haciéndome preguntas sobre la obra y remodelación. Le expliqué cuáles son “las etapas de una obra” y por qué sería una pérdida de tiempo, tanto para ella como para mí, hacer las cosas al revés.
Al despedirnos, quedamos en que le pasaba una propuesta financiera para la realización de un expediente completo de solicitud de cambio de uso en su inmueble, y la invité a que leyera uno de mis artículos que ilustra la forma en que un maestro inescrupuloso le puede hacer perder mucho dinero a su cliente en ¿cómo ahorrar dinero desde el principio?
Espero que este artículo y los relacionados hayan sido de gran ayuda. Si usted está buscando una respuesta en particular sobre una duda con su proyecto, no dude en consultarme.