Remodelar con huéspedes

Remodelar es un término bien complejo, y si a eso le agregamos el término “huéspedes”, pues la cosa se pone color de hormiga, de eso hablaré en este corto artículo.

Estoy terminando de remodelar un apartamento en Chapinero en Bogotá, el programa fue amplio, mucha demolición, se cambiaron todos los pisos, una parte de la cubierta, se instaló una marquesina grande, se creó una cocina nueva, etc. Lo único que no se tocaron fueron los baños.

Dijo que viviría donde amigos durante la obra

Mi cliente compró el apartamento con terraza y me contrató para la obra. El acuerdo era que se iba a vivir donde unos amigos el tiempo que durara la construcción, pero al cabo de tres semanas, empezó a desesperarse donde sus amigos y quiso regresar. Sin poder negarme, accedí a que se instalara en uno de los cuartos.

Cuando hablo de “huéspedes” me refiero a mi cliente y sus muebles, pues contaba con varios electrodomésticos, sillas, sillones, camas, colchones, baúles, y como si fuera poco, un día llegó con dos escritorios antiguos que había comprado en un anticuario. Les dejo imaginar el tamaño y el peso de aquellos escritorios en madera maciza. 

El ejercicio de mover dichos enseres para allá y para acá fue tedioso. Por suerte, mi cliente se fue durante 15 días en semana santa y pudimos respirar un poco, y el señor dejó de respirar tanto polvo también. 

Nunca imaginé que hacer una remodelación en un apartamento, con algunos muebles, fuera una tarea tan compleja y tan perjudicial para la obra. Perjudicial por dos razones: primero, porque los muebles sufren con tanto movimiento y tanto polvo, segundo, porque estorban demasiado para la instalación de los pisos y la pintura de los muros y techos.

Todo lo que queda adentro, estorba.

Estorban, pesan, se ensucian, se rayan, los obreros los toman como mesas, los mueven sin cuidado, los maltratan. Y eso que todo estaba bien protegido, con su debida capa de vinipel y cartón, y algunos electrodomésticos nuevos en sus cajas originales.

Y llegó la hora de pulir los pisos de madera maciza. Ustedes no saben lo que es el polvo hasta que no hayan pulido un piso de madera. Ni las tormentas de arena del desierto de Sahara se comparan con esto. 

Así que la gran lección de esta obra, que desde un principio acepté hacer sabiendo que habría “huéspedes” del género humano y mobiliario:

NUNCA MÁS HARÉ UNA DE REMODELACIÓN QUE NO ESTÉ DESOCUPADA AL 100%.

Al final, se me ocurrió pagar un trasteo y bodegaje para desocupar el apartamento, pero ya era demasiado tarde.

Para los nuevos lectores de estos boletines, les dejo un par de artículos que hablan sobre el polvo y otros males en las obras. Clic aquí