Hoy les traigo una anécdota cruda y real que le sucedió a un colega arquitecto. En realidad lo que sucedió fue un golpe duro para su cliente y no tanto para él, pero es tan buena la historia que he decidido contarla en este blog para que a nadie le vuelva a ocurrir este tipo de desastres que son fáciles de evitar.
El cliente contrató un maestro de obra en primera instancia y la asesoría del arquitecto después, en otras palabras, empezó al revés.
Se trataba de remodelar un apartamento al norte de Bogotá, en el sector llamado Usaquén. Cambiar pisos, tumbar un muro para abrir la cocina hacia el comedor, renovar los baños y la cocina. Un tipo de obra muy común en apartamentos viejos.
El maestro convenció al cliente de comprar todos los materiales de una vez, argumentando que la logística era la adecuada al reducir costos de transporte. Primer error.
El cliente le dio el dinero para la compra global y dejó al maestro que comprara todo en una ferretería de un amigo donde supuestamente conseguía mejores precios. Segundo error.
El maestro compró todo lo necesario y lo almacenó en el sótano del edificio. Tercer error.
¿Resultado? Más de la mitad de los materiales se pudrieron y se dañaron.
Explicación:
Primer error: el maestro, por ganarse la confianza del cliente y demostrarle seriedad y mucha experiencia en el área de la construcción, logró convencerlo de realizar una sola compra global de los todos los materiales.
Lo primero que debo decir es que un maestro, generalmente, no sabe calcular bien las cantidades de los materiales, o pide mucho, o pide muy poco. Esto es debido a que no se basan en planos ni en diseños, se basan en la famosa técnica del “ojímetro”. Al maestro le importa poco si el cliente gasta más de lo previsto. Al no saber la cantidad exacta de materiales, el cliente no debió darle el dinero para la compra de la totalidad del piso de madera, la cerámica y el cemento.
Segundo error: el cliente autorizó que el maestro comprara todo en un solo lugar: ¡la ferretería! Si se tratase de comprar un par de tubos o unas puntillas y herramientas, está bien acudir a una ferretería, pero es un error fatal comprar materiales de acabados tipo madera para pisos o cerámica y enchapes. ¿Por qué? Porque en una ferretería no se compran ese tipo de cosas, no tienen surtido, no tienen buena calidad, y no son especialistas en el tema!
Ahora, lo que quería el maestro era ganarse la jugosa comisión del amigo dueño de la ferretería y no hacerle ahorrar transportes al cliente como argumentaba.
Los materiales deben cotizarse en tres lugares distintos, tanto los de construcción gruesa como los acabados. La diferencia de precios entre una ferretería y otra puede ser del doble. Nunca se deben comprar los materiales sin tener varias propuestas comparativas.
Tercer error: el maestro almacenó todo lo comprado en el sótano del edificio, de cualquier manera. Cabe aclarar que el sótano de los edificios antiguos pueden ser muy húmedos o tener filtraciones de agua, bien sea de la propia tubería del edificio o del exterior.
La madera del piso se pudrió, más de la mitad. Las cajas de cerámica, apiladas sin ninguna precaución, se humedecieron a tal punto que se abrieron, dejando caer las tabletas al piso las cajas altas. Cabe recordar también que las cajas de cerámica son muy pesadas. El cemento puesto sobre el piso sin protección alguna, se endureció y por ende no pudo usarse.
Para cuando llegó el arquitecto a la obra, la demolición ya estaba bien avanzada. Fue él quien se percató del desastre al bajar al sótano. Sobra decir que el cliente sacó al maestro con una diplomacia envidiable en cuanto se enteró de lo ocurrido y que debió volver a comprar materiales con ejemplar felicidad.